Artunduaga: de sal y de dulce

Hipólito Moreno, el rey de la intriga

hipolitolista1El alcalde Samuel Moreno, componedor diplomático y sagaz, que elude el choque frontal, hizo saber –sin asumir abiertamente- que no quería que Hipólito fuera presidente del Concejo. Si bien era obligatorio entregarle el cargo a un uribista, prefería que fuera uno menos mañoso.

Pero Hipólito se impuso al otro Moreno, para corroborar lo que dicen de él: que Maquiavelo es un pobre diablo –si se le compara- y que además de astuto y marrullero, es un gran manipulador. El rey de la intriga y la maldad personificada.

La mitad lo odia. La otra mitad también, pero le consulta, le pide ayuda. Le temen y lo buscan. Sus conocimientos (del tejemaneje interno) son fundamentales para aprobar o hundir un proyecto.

Aunque no lo crean, también es conciliador. La actual valorización que se cobra en la ciudad (un proyecto de Lucho Garzón) lo salvó Moreno Gutiérrez, haciendo el lobby para lograrlo.

-¿Qué estará tramando el negro?, es lo que se preguntan a toda hora.

Interrogados varios concejales sobre la mejor definición para Hipólito, hubo coincidencia:

¡Es un jodido!

Hipólito es el primer colombiano que ocupa la Presidencia del Concejo de Bogotá dos veces, en los últimos 50 años. Es un animal político, que no hace otra cosa día y noche, sábados y domingos.

Se ha hecho elegir cuatro veces al Concejo (diez años). E impuso a su hermana –Araminta- Representante a la Cámara, sin apoyo de ningún congresista (no la mantuvo porque ella se enfermó). Es dueño de su propio movimiento y de sus votos. Primero en el conservatismo y ahora en la U. Le ayuda a los partidos, no al revés.

Ha sido atacado con ferocidad. Y con la misma ferocidad responde. Bruno Diaz, quien ha sido el más inclemente crítico no ahorró esfuerzos ni dinero (páginas enteras en los periódicos) para desprestigiarlo. Sus ataques feroces lo llevaron a decirle bandido.

Bruno ya no está en el Concejo ni en la política. Hipólito se mantiene. Y la hipocresía –propia de esta actividad- hace que los dos se encuentren y se saluden cordialmente.

El periódico El Tiempo también lo ha golpeado muy fuerte. Hipólito cree que es una reacción elitista:

-A mí me atacan por negro, por flaco, por feo, por provinciano, porque triunfo, porque gano, porque no soy pobre, porque no soy rico. No quiero dármelas de ingenuo, pero todos los días me pregunto porqué El Tiempo no me quiere. Debe ser porque no me gustan los toros, tampoco la hípica, porque no voy a clubes, porque no tengo apellidos.

Moreno piensa que la nuestra es una sociedad excluyente. En Bogotá, por ejemplo, sólo cinco grandes contratistas se encargan de todas las construcciones oficiales del Distrito.

-No hay cosa más odiosa que la concentración y ésta se ha venido tomando a Colombia. Yo represento a quienes pedimos espacio, a quienes nos sentimos excluidos, a quienes nos vemos limitados.

-¿Qué soy clientelista?. -¿Y cómo puede sobrevivir un concejal clientelista sin un alcalde también clientelista?.

Hipólito Moreno se desahoga:

-Si El Tiempo me ayudara, la Alcaldía de Bogotá sería para mí un buen destino.
-No soy ni rico ni pobre. Me gasto la plata en buenos vestidos y finas corbatas. Tengo un local comercial. No tengo dinero guardado ni escondido.
-Me siento orgulloso de mí mismo. El éxito alcanzado es un sacrificio personal.
-Mockus es un soñador. Peñalosa un visionario.
-Lucho Garzón, un buen populista, que se ganó el cariño del establecimiento. Era y sigue siendo un consentido de la oligarquía, conciliador de cuanto proceso sindical ha habido en el país. No apareció de la exclusión.
-Uribe es una enfermedad para los colombianos, contagiosa.
-Es bueno ser amigo del Alcalde, pero no es bueno perder la independencia.

A sus 49 años no se le conoce esposa ni novia permanente. No tiene hijos. No pertenece a clubes, no parrandea, no juega tenis, golf, fútbol o parqués. ¡Nada!. Dice que no conoce tabernas ni discotecas.

-No armo desórdenes ni orgías. Tengo una vida aburrida. Entre un coctel e irme para la casa, prefiero lo segundo. Mi matrimonio es con la política.

Se hacen muchos chistes sobre su sexualidad, que Hipólito toma con calma.

Dicen que no es de Purificación, Tolima, como asegura. Sino mariquiteño, de Mariquita.

-De serlo, no lo escondería, pero tampoco lo promocionaría. Prefiero ser un político soltero y no un político 20 veces divorciado. Me gusta la soledad, la disfruto. Llevo una vida tranquila. Soy padre de todos mis sobrinos, que son mi orgullo.

-¿Homosexual?

-Esto es como el sida. Nadie puede decir lo contrario, hasta que no se demuestre.

Hipólito Moreno es figura de la política bogotana y nacional. Atrás quedaron sus tiempos de obrero de construcción. La tragedia que constituyó la muerte de su padre (cuando él tenía 12 años) por el ser el godo más notorio del pueblo.

Y también la panadería “Pipo-Pan”, que montó en el barrio San Fernando, cuando llegó a Bogotá. Antes de graduarse como periodista en INPAHU, que lo nombraran Alcalde Local de San Cristóbal, Gerente de la Caja de Vivienda Popular y Gerente del Fondo de Ahorro y Vivienda del Distrito.

A partir de allí empezaron estos 25 años de vida pública.

Y no debe ser tan malo. Es un devoto de la Vírgen (es mariano) y dice haber tenido encuentros personales con Ella. Y la mejor relación con Dios.

Mejor dicho, del concejo a los altares.

Tomado del libro: Artunduaga desnuda al Concejo de Bogotá.

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