La Crónica

Falsos positivos: Una historia para contar

Los medios manipularon lo sucedido
con los “falsos positivos”
Por: Jorge Consuegra (Libros y Letras)

Para muchos colombianos, las ejecuciones extrajudiciales, mal llamadas “falsos positivos”, fueron acciones tan lejanas y ajenas a ellos mismos, que muchos creyeron que todo era producto de la imaginación. Y aunque a carta blanca y abiertamente hablando fueron Crímenes de Estado, la manipulación por parte del mismo gobierno fue tal, que a lo largo de los años se llegó a creer que efectivamente tales acciones eran el resultado de exitosos operativos militares ordenados desde la Casa de Nariño para defender una pretendida democracia. Pero no eran tal, sino crímenes en donde los muertos fueron decenas de jóvenes inocentes del municipio de Soacha que fueron engañados por “contactadores”, especialmente mujeres, que los ilusionaron con jugosos salarios, especialmente en Norte de Santander y que después de arribar al lugar, eran asesinados, posteriormente vestidos con camuflados para más tarde decir que hubo enfrentamientos entre la guerrilla y la Fuerza Pública y que el resultado fue de equis cantidad de terroristas…

Y lo peor de todo, es que buena parte de los comunicados emitidos por la Casa de Nariño y las Brigadas Militares respectivas, recibían todo el apoyo por parte de los medios de comunicación sin ni siquiera tratar de hacer una minúscula verificación de los hechos, sino que los periodistas se convirtieron en simples “sirvientes” del primer mandatario de los colombianos.

Y a esto se le suma la arrogancia del inquilino de la sede del gobierno central que en varias oportunidades les dijo a las adoloridas madres que le reclamaban por lo sucedido, que “no me vayan a decir que sus hijos estaban recogiendo café”. Y no estaban recogiendo café y menos uno de ellos que padecía el síndrome de Down y que, además tenía enormes dificultades para tomar cualquier objeto y menos un arma, ya que sus manos habían sufrido lesiones motrices severas.

Fernando Escobar, personero del municipio y hoy alcalde de la localidad de Kennedy, fue el que dio la voz de alarma ante el crecido número de denuncias recibidas en su despacho y que alertó a los medios ante la dramática cifra de jóvenes desaparecidos y luego encontrados asesinados. A raíz de esto, apoyó la publicación un libro que fue, sin lugar a dudas, una luz de esperanza para la casi infinita lista de madres adoloridas.

El abogado y constitucionalista Germán Calderón E. publicó la novela La inocencia en el sepulcro en donde denunciaba estos hechos que, como arriba decimos, hoy ya los colombianos los toman como algo de un pasado remoto y casi ficcioso.

Ximena Hernández y Sonia Cifuentes, estudiantes de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Santo Tomás, de Bogotá, resolvieron revivir los hechos y durante varias semanas se sumergieron en busca de datos, informes, comunicados y testimonios para tratar de aclarar un poco más y denunciar lo sucedido en defensa de la democracia…Y después de varias semanas de dedicada investigación, presentaron el trabajo y con él ganaron un merecido galardón.

Hablamos con Ximena Hernández sobre el proceso de la investigación.

– ¿Por qué un trabajo de investigación sobre las madres de Soacha?
– Porque es un tema que a los colombianos se nos ha borrado de la cabeza; porque el mismo Gobierno se ha encargado de hacerlo y como los colombianos tenemos el defecto de que por momentos reflexionamos, tal vez cuando escuchamos alguna noticia o leemos algo sobre algún tema que nos impacta, pero pasan 5 minutos y se nos olvida, porque todo lo que recordamos del mandato de Uribe Vélez Seguridad Democrática, pero la gente no sabe lo que hay detrás de esa frase que para muchos significa viajar tranquilos por Colombia.

– ¿Cómo surgió la idea de este tema tan espinoso?
– Sonia, mi compañera de estudios, ya había hecho un trabajo anteriormente con las familias de Soacha; ella me contaba lo que había vivido con ese trabajo, entonces se nos ocurrió para nuestra investigación modular que queríamos tratar un tema que lograra tocar las fibras de nuestros compañeros y de los profesores, pero también algo que no solo fuera instrumental si no que ayudara a esas señoras a reivindicarse como víctimas, una investigación que no solo nos arrojara resultados tablas y estadísticas, sino que también fuera tangible y que les dejara más a ellas que a nosotras.

– ¿Qué fue lo más difícil del trabajo?
– Lo más difícil fue algo que los profesores intentan enseñar en la academia, pero que para mi no existe y se llama ob-je-ti-vi-dad. ¿De cuándo acá uno debe dejar de sentirse afligido o con rabia cuando ve durante una audiencia la cara destrozada de un niño de 16 años que fue asesinado por una política pública absurda llamada Seguridad Democrática? Eso fue lo más duro y creo que hoy podemos decir que esa objetividad en términos de distancia jamás existió, porque parte de nuestro trabajo fue ponernos en los zapatos de ellas para poder ayudarlas.

– ¿Qué fue lo más dramático?
– Lo más dramático fue conocer a los militares que mataron a esos jóvenes y niños tenerlos al frente y solo apretar las manos con las madres mientras pasaban las fotos de sus hijos torturados y muertos vestidos de guerrilleros, pero creemos que lo más duro, aparte de eso, fue imaginarse que una institución que protege un país, haya cometido un hecho tan macabro como este y pensar que un país entero ya se olvidó de lo que pasó.

– ¿Cuánto duró el proceso de contactar a las madres, investigar, redactar?
– El proceso de contactar a las madres fue como de un mes, pero como yo ya lo había dicho anteriormente, mi compañera ya había trabajado con algunas de ellas durante un largo año, pero yo me conseguí algunos contactos por otro lado para contactar a una, pero me di cuenta que era difícil porque estaban muy prevenidas y con justa razón, así que con mi compañera encontramos la ayuda de la Mesa de Chanchiros, que es una mesa de apoyo construida por varias organizaciones interesadas en ayudar a las familias, esa mesa estaba conformada por FEDES, MINGA, CAPS y la Fundación Manuel Cepeda, quienes muy gentilmente nos recibieron, nos ayudaron con la convocatoria para realizar los talleres y además nos facilitaron los recursos económicos para hacerlo realidad, a partir de ahí ya fuimos redactando, organizando la información y realizando los productos.

– ¿En qué consistió el premio?
– El premio Fernando Quiñones B. fue el nombre que se le dio a la causa de la muerte de uno de los profesores y periodistas más reconocidos en Colombia, uno de los productos que realizamos junto a las Familias de Soacha, fue una revista a la que quisimos darle el nombre Prohibido Olvidar ya que nos encantaba la letra de la canción de Rubén Blades que es titulada igual y pensamos que “prohibido olvidar” porque Colombia se ha dedicado a eso, a olvidar, por eso nosotras también hicimos todo este trabajo para prohibir olvidar; el premio lo obtuvimos por la categoría a primer lugar en proyectos comunitarios con la revista.

– ¿El premio es un estímulo a la constancia, a la disciplina?
– Sí, seguro. El premio es un estímulo pero no solo para nosotras, sino para todas las Familias de Soacha que hicieron esto posible porque en realidad un investigador y un periodista sólo se limita a tocar puertas, a entrar y ayudar ese es el periodismo y la investigación en la que creemos, pero este premio si en verdad nos lo merecemos nosotras, no es por lo que hicimos si no por pensar y soñar que desde la comunicación se puede ayudar, el resto del merito es para ellas nuestra familias de Soacha.

– ¿Cuál fue la hipótesis del trabajo?
– Nosotras queríamos que estas familias no fueran manejadas más ni por los medios que se la pasaban diciendo una y otra cosa manipulando la información, y por otro lado, que centraran sus intereses en la forma de reivindicar a sus familiares fallecidos ya que algunos de ellos pedían remuneración económica, entonces pensábamos que por medio de la resolución de conflictos internos y la capacitación en medios de comunicación les permitiría hacerse más autovisibles y pudieran conformar finamente su colectivo Familias de Soacha para que emprendieran una lucha continua con las herramientas necesarias para que esto vuelva a suceder, algo así como las abuelas de la Plaza de Mayo.

– ¿Cree que entraron con pie derecho a su profesión?
– Pensamos que esta es la primera investigación de muchas hermosas que nos esperan, porque fue una experiencia tan dura y a veces tan desmotivante que nos enseñó un poco de lo mucho que nos espera.

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