Benedicto XVI preside mañana uno de sus últimos actos públicos: El Miércoles de Ceniza
El Papa Benedicto XVI comenzará a despedirse mañana cuando presidirá uno de los últimos actos públicos de su ministerio: el miércoles de ceniza, que marca el inicio de la cuaresma, es decir, los 40 días que anteceden a la Semana Santa y que rememoran los 40 días y 40 noches durante los cuales Jesucristo ayunó en el desierto antes de su Pasión y Muerte.
Mientras tanto, en medio de toda clase de especulaciones sobre las reales causas de la renuncia del Papa Benedicto, el Vaticano organiza para el 28 de febrero la despedida formal del pontífice y al mismo tiempo la convocatoria del cónclave de cardenales que procederá a elegir al nuevo Papa, y que deberá reunirse antes de Semana Santa.
A las especulaciones se suman las premoniciones que se le atribuyen al rayo que cayó sobre la cúpula de la catedral de San Pedro, coincidiendo con la dimisión de Benedicto XVI.
La imagen, que le ha dado la vuelta al mundo, fue captada por el fotógrafo Alessandro Di Meo. La descarga eléctrica no tuvo consecuencias, ya que fue absorbida por una cruz que actúa como pararayos sobre la cúpula de la basilica, que tiene un diámetro interno de 41.47 metros y que se levanta a 136 metros con 57 centímetros desde el suelo, la más alta del mundo.
Benedicto XVI presidirá mañana el miércoles de ceniza en la Basílica de San Pedro, cambiando el histórico lugar donde los Papas tradicionalmente han celebrado este rito religioso, que son dos iglesias ubicadas en el Monte Aventino de Roma, en un rito conocido como las «estaciones romanas».
En años pasados Benedicto XVI respetó esta tradición, participando primero en un bendición en la Iglesia de San Anselmo y una procesión hasta la Basílica de Santa Sabina, donde tuvieron lugar las misas en años pasados.
Pero ahora, no, pues lo hará en la Basílica de San Pedro.
Allí, el dimitente pontífice dibujará una cruz en la frente de algunos cardenales, obispos y feligreses, con la ceniza y pronunciará la tradicional frase «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás» o «Conviértete y cree en el Evangelio».
Entre tanto, en los principales medios periodisticos del mundo se siguen haciendo especulaciones en torno a las causas de la renuncia del Pontifice.
Aparte de las «presiones políticas» de los jerarcas que lo rodean en el Vaticano, se recaba en los problemas de salud, que comenzaron hace diez años cuando se le implantó un marcapasos.
Este martes, el diario económico italiano Il Sole 24 Ore afirma que Benedicto XVI fue sometido hace unos tres meses a una operación en una clínica vaticana para sustituirle el marcapasos, todo llevado con la más absoluta discreción y sin interrumpir la agenda del Papa.
El periódico precisa que la intervención, que se llevó a cabo en la clínica Pío XI, propiedad del Vaticano, fue practicada por el cirujano Luigi Chiareiello, director de la cátedra de Medicina de la Universidad Romana de Tor Vergata.
Otros hechos que se traen a colación, incluyen la hemorragia cerebral que el papa Ratzinger sufrió en septiembre de 1991 y que le mantuvo hospitalizado diez días en la Clínica Pío XI, pero de la que se recuperó satisfactoriamente.
Además, la caida que tuvo el 11 de mayo de 2008, cuando tropezó durante la misa de Pentecostés que ofició en la basílica de San Pedro del Vaticano. El pontífice cayó, pero inmediatamente se levantó, sin consecuencias.
El 17 de julio de 2009 se fracturó la muñeca derecha, al resbalar en la casa de Les Combes, en la región alpina italiana del Valle de Aosta, donde pasaba unos días de descanso.
Además de estos percances que minaron su salud, el Papa fue agobiado por los escándalos, entre ellos, los causados por los casos de abusos sexuales a menores por jerarcas y otros clérigos.
Como se recuerda, Benedicto XVI pidió perdón en varias ocasiones y se reunió con víctimas de esos abusos durante sus viajes a EEUU, Malta, Reino Unido y Australia.
A estos hechos, se sumó el escándalo del robo y filtración de documentos reservados del papa, el «Vatileaks», que fue develado por una cadena de televisión italiana, que publicó unas cartas enviadas por el actual nuncio en EEUU, Carlo María Viganó, a Benedicto XVI, en las que denunciaba la «corrupción, prevaricación y mala gestión» en la administración vaticana.
El escándalo estalló en toda su plenitud el 19 de mayo de 2012, cuando salió a las librerías el libro «Sua Santita», del periodista italiano Gianugi Nuzzi, que reseña más de un centenar de documentos reservados enviados al papa y a su secretario, George Ganswein, y de la Santa Sede.
Cuatro días despues fue detenido el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, tras encontrarse en su domicilio miles de documentos fotocopiados y muchos originales enviados al Pontífice.
También le fue hallado un cheque por valor de 100.000 euros donado por la Universidad Católica de Murcia (España) al Papa.
«Paoletto», como es conocido, dijo que el Pontífice era una persona «manipulable», que estaba mal informado y que «tenía que saber» lo que ocurría en el Vaticano.
«Paoletto» fue condenado a 18 meses de cárcel, pero perdonado por Benedicto XVI la Navidad pasada
A la par con las especulaciones sobre las causas de la renuncia, también «se mueven las apuestas» en torno al eventual sucesor de Benedicto en el trono de Roma.
Entre los más seguros candidatos a suceder a Benedicto figuran los brasileños João Braz de Avis, de 65 años y Odilo Pedro Scherer, de 63 años; el argentino Leonardo Sandri, de 69 años; Marc Ouellet, canadiense de 68 años, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina; el ghanés Peter Turkson, de 64 años, quien dirige la Oficina Vaticana para la Justicia y Paz y portavoz de la Iglesia en asuntos sociales y el actual arzobispo de Milán, Italia, Angelo Scola, miembro de Comunión y Liberación.