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Mi participación en el caso Lara Bonilla fue una actuación periodística: Édgar Artunduaga

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Luego de las declaraciones del representante Rodrigo Lara Restrepo en donde vincula al periodista Édgar Artunduaga con la muerte de su padre, Rodrigo Lara Bonilla, el actual director de Todelar afirmó que lejos de estar implicado en el supuesto complot, lo suyo fue tan solo una actuación periodística.

Artunduaga recuerda los hechos ocurridos hacia el año 1984, cuando acusó al ministro de Justicia del presidente Belisario Betancur, Rodrigo Lara Bonilla, de haber recibido un cheque del narcotraficante Evaristo Porras.

“A partir de ese momento la vida pública de Lara Bonilla, paisano de Artunduaga, se volvió un calvario. Como reacción al desafío de su reputación, el Ministro empuñó en forma personal y apasionada las armas contra el narcotráfico, lo que culminó con su asesinato a manos de sicarios pagados por el cartel de Medellín”, dijo en uno de sus libros “Don Julio Mario”, el periodista Gerardo Reyes.

Según el periodista huilense, el reciente posesionado ministro de Justicia, Lara Bonilla, -apenas 15 días en el cargo- era objeto de una fuerte controversia. La revista Semana había publicado el texto de lo que denominó “misterioso casete”, que contenía un diálogo del entonces senador Lara con el narcotraficante Evaristo Porras, quien le ofrecía un aporte económico.

El encuentro, grabado clandestinamente el miércoles 20 de abril, del año 1983, marcó trágicamente la historia nacional, desencadenó la controversia, la lucha a muerte del Ministro contra las mafias y la tragedia que significó el asesinato de Lara Bonilla.

En su ejercicio periodístico Artunduaga estableció que el ministro mentía cuando trató de justificar que había recibido un cheque de manos de Porras, por un millón de pesos. Inicialmente dijo que era parte de un negocio de la empresa de su familia en Neiva. Unas horas después que era dinero para su partido, que no entró oficialmente a las arcas del Nuevo Liberalismo.

Después apareció un segundo casete, entregado a varios periodistas en el Congreso, donde Lara agradecía al narcotraficante la donación. Artunduaga publicó los términos de esa conversación, pero –extrañamente- los grandes medios guardaron o quizás botaron el documento.

“Lara Bonilla insistió en aclarar una situación ilícita (el cheque y su origen) que aparecía nítida a los ojos de la opinión pública, pero que hubiera sido perdonada con la explicación sencilla de admitir su error. Muy seguramente su fulgurante carrera política hubiera salido lastimada pero salvado su vida”, subraya Artunduaga.

No es la primera vez que Lara Restrepo ataca a Artunduaga. Años atrás, cuando el periodista era vicepresidente del Senado, tuvo que apartarlo porque en estado de alicoramiento pretendía buscar pelea en un acto público en Pitalito, conociéndose días después el lanzamiento de su candidatura al Congreso.

Por último Artuduaga hace una reflexión a propósito del reciente y controvertido caso de Vicky Dávila: “¿Qué pasa si Vicky Dávila continúa en el periodismo y el general Palomino se mantiene en la policía, atacando a los criminales y defendiendo su nombre, pero ocho meses después lo matan, hipotéticamente? -¿Culparían a Vicky de un complot para asesinarlo? –Su familia la haría responsable de haber contribuido con sus denuncias al terrible y nunca deseado final?. Y, peor aún, ¿si la situación fuera aprovechada por un hijo que encuentra el hecho como bandera política, sería normal y bien recibido”?