Opinión

SOMOS LO QUE PENSAMOS…

Pedro Arias Por: PEDRO ARIAS*
Dentro de las tradiciones espirituales y esotéricas de Oriente y Occidente se hace de la conciencia el eje central del desarrollo interior del hombre considerándosela una función inherente a su esencia espiritual, como una dimensión central que sirve de base y de contexto a toda experiencia.

Buda, en el Dhammapada, dice: “Somos lo que pensamos. / Todo lo que somos surge con nuestros pensamientos. / Con nuestros pensamientos construimos el mundo. / Habla o actúa con una mente pura / y la felicidad te seguirá como tu misma sombra, / inseparable”.
Los místicos plenamente realizados expresan inequívocamente que nuestro estado de conciencia habitual no sólo no es óptimo sino que es también nebuloso e ilusorio. Afirman que, lo sepamos o no, vivimos prisioneros de nuestra propia mente, total e inconscientemente atrapados por un continuo dialogo interior fantástico que crea una deformación ilusoria capaz de consumir totalmente la percepción de la realidad.
Y los colombianos sí que vivimos esa deformación de la realidad. Nuestro talante –en general- ha distorsionado el sentido de los verdaderos valores y creemos que la filosofía del más vivo es la más productiva.
Queremos a Colombia porque nos gusta lo que nos rodea. Y entre más nos gusta la queremos más, porque Colombia es nuestra; pero nos gusta no porque está fea, ni porque nuestros hijos crecen en una patria que en lugar de amor, les da violencia, maltrato, desnutrición; ni porque nuestro estado de conciencia es pobre y nuestro sentido de la crítica le da más crédito al rumor, a la conseja, al chisme o a la calumnia que a la reflexión constructiva; somos agudos para destruir, porque nos da envidia el progreso de los demás y pensamos que el nuestro debe llegar por inercia; porque exigimos mucho y damos poco; porque nos es fácil encontrar los defectos de los demás y en cambio creemos que nosotros somos un puñado de virtudes; porque nunca nos tomamos el trabajo de pensar que nuestra patria cambiaría, si cambiamos nosotros mismos; si nos tomamos el trabajo de analizar nuestras imperfecciones, nuestros errores; si logramos entender que debemos examinar nuestro interior, para hacer de nuestro mundo y el de los demás, un mundo más amable.

Debemos examinar nuestro talante, nuestra actitud y disposición, nuestra inclinación a ver siempre los defectos de los demás, en lugar de aceptar los propios.

La viga en nuestro ojo debería obligarnos mirar un poco nuestro estado de conciencia interior para examinar nuestros miedos y miserias; pero, desgraciadamente, esa viga que nos impide ver nuestro interior, nos da una gran facilidad para ver la paja en el ojo ajeno, que nos parece una viga monumental. Y, “… somos lo que pensamos…”.

* Comunicador Social y Periodista
Email: pedroariasvilla@gmail.com
Twitter: @ariasvillapedro