Opinión

Desastres naturales, Desafío de la humanidad

Por: Luis Eduardo Forero Medina
La inevitabilidad de los desastres naturales, siempre ha cogido a la humanidad por sorpresa ocasionando daños desde leves hasta arrasar con todo en un santiamén; incrementándose en la última década dejando como secuela miles de víctimas y daños materiales.

El año pasado fueron la principal causa de que 18 millones de personas en el mundo fueran desplazadas; la mayoría originarias de poblaciones pobres económicamente. El sector agro es el que más lleva del bulto a causa de fenómenos meteorológicos extremos, la mayoría relacionados con el clima. Los riesgos que se ciernen sobre el hombre en ese aspecto, se derivan de peligros hidrometeoro lógicos y peligros geofísicos; los primeros como sequías, inundaciones y tormentas; revisten mayor gravedad; ejemplos de los segundos son terremotos, tsunamis y corrimientos de tierra.
De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la sequía azota a agricultores de los cuatro puntos cardinales del planeta, causando más del 80% del daño y pérdidas totales en ganadería y producción agrícola; llegando a afectar el acopio y acceso a alimentos. En Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala en 2014 dejó de llover por varias semanas, y los pobres no tenían qué comer. La sequía es fenómeno natural que sucede más en África y América Latina y el Caribe; Somalia en África, actualmente vive la peor sequía de los últimos años. En Bangladés,-sur de Asia- se ha demostrado la relación entre sequía y retraso en el crecimiento infantil. El 90% de los desastres naturales están relacionados con el agua (UNISDR); las inundaciones producen más muertes que las tormentas eléctricas; y en el caso del sector forestal, se ve considerablemente afectado. Las tormentas tropicales son ciclones, huracanes, tornados, tifones y vientos muy fuertes. Hace 10 años en Birmania, -Sudeste Asiático-, un ciclón dejó 84.000 muertos, 50.000 desaparecidos y más de 1,3 millones de víctimas que recibieron asistencia de agencias de Naciones Unidas como ACNUR. El sector pesca tiene en las tormentas, su principal obstáculo y causante de pérdidas. Los huracanes se presentan de mayo a noviembre; los bautizados María e Irma en 2017 borraron del mapa varias islas caribeñas; en Haití, miles de animales murieron al paso de Matthew y en 2005 Katrina dejó mucho dolor en la ciudad estadounidense de Nueva Orleans. Los tornados acaban con todo, son descritos por Eduardo Rodríguez, meteorólogo de la BBC, “como poner un corcho en un tanque lleno de agua; al soltarlo sube con mucha velocidad”. Al menos doce Estados de EE.UU. de América, es donde ocurren más tornados demoledores. Una ola de calor extrema en 2015 en la India, cobró la vida de unas 2.200 personas. A causa de la tormenta Stan en Guatemala, en 2005 aumentó el trabajo infantil.
Los terremotos y los tsunamis han cobrado aproximadamente 747,234 vidas en los últimos veinte años. El 90% de los terremotos ocurren el Anillo de Fuego del Pacífico, indica la Oficina de las Naciones Unidas para Reducción de Riesgo de Desastres (Unisdr). En 2008 el terremoto de Sichúan, en China, dejó más de 85.000 personas fallecidas. En 2010 un terremoto desmanteló Puerto Príncipe, Haití: más de 225.570 muertos y miles y miles de heridos. En el Eje Cafetero en 1999 un terremoto dejó más de mil muertos; en 2016 en Ecuador, por esa misma causa hubo más de 600 fallecidos. Por el mismo fenómeno, en 2015 le correspondió a Nepal, cuando murieron más de 8000 personas. En 2004, 160.000 personas murieron en el tsunami que se volcó el Océano Índico. En Colombia en la costa pacífica colombiana, 17 municipios y 734 habitantes se encuentran expuestos a estas grandes olas. (UNGRD). Los corrimientos de tierra, deslaves o huaicos, se originan por terremotos, erupciones volcánicas, lluvias torrenciales o ciclones, que al desplazarse ese material, bloquea ríos ocasionando inundaciones. En 1985 ocurrió la erupción trágica del Nevado del Ruiz en Colombia.
En la misma parrilla están las lluvias intensas, desbordamientos de ríos, tifones, fríajes y heladas, incendios forestales, y otras deflagraciones. En Brasil, cuando en alguna región caen crecidas lluvias, la economía del país sufre. Hace 20 años en Colombia una fuerte temporada invernal, afectó a 500.000 personas de 283 municipios; miles de kilómetros de carreteras y miles viviendas totalmente destruidas. La localidad de Paradise con 26 000 habitantes, en el norte de California, USA, entre el 9 y 10 N quedó literalmente arrasada; una estela dolorosa de más de 50 víctimas mortales, 200 desaparecidos, miles de casas quemadas en dos días y un número indeterminado de animales muertos.
Para las Naciones Unidas, “Se necesita trabajar a diario en la prevención del riesgo de desastres, de lo contrario no conseguiremos prosperar”; siendo los primeros responsables los gobiernos municipales y regionales, que han de trabajar en preparación y respuesta a catástrofes, instalando sistemas de alerta, promoviendo cultura de reducción del riesgo e identificando zonas vulnerables. 221 millones de personas anualmente se ven afectadas directamente por desastres naturales, cinco veces más el número de víctimas de conflictos, indicó la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios ( OCHA). En 2015 se dicta El Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, aprobado en Sendai (Japón).
@luforero4