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Cambio climático: Sequías históricas en la Amazonía brasileña y entre Bolivia y Perú está desapareciendo el Lago Tiquicaca

–(Foto @OnePaul87). Una sequía histórica, la peor desde 2010, sufre la Amazonía brasileña. Afecta a 60 de los 62 municipios de Amazonas, cuya capital, Manaos, alcanzó el pasado lunes la mayor temperatura jamás registrada, 39,7º C.

Mientras tanto, entre Bolivia y Perú, las aguas del Lago Tiquiticaca, el más grande de Suramérica, han descendido drásticamente también a niveles históricos.

Por causa de la escasez de lluvias, en la Amazonía decenas de ciudades se encuentran en estado de emergencia y existen serias dificultades en el transporte fluvial, principal modo de movilización de personas y mercancías en esta región.

El delfín rosado, que para los indígenas de la Amazonía es un animal sagrado, guardián del mundo marino, está sufriendo por el excesivo calentamiento y la disminución de las aguas de su hábitat. Por eso, el hallazgo de los cadáveres de 120 delfines –rosados y tucuxis– flotando en el lago Tefé, en el interior del estado Amazonas (noroeste de Brasil), supuso un durísimo golpe para las comunidades.

Aunque todavía se analiza la causa de la tragedia, lo que sí saben los investigadores es que hubo una bajada de nivel del agua y que esta traspasó los 39 º C en lago Tefé, más de 10 grados por encima de la media para esta época del año.

Pero los especialistas creen que tiene que haber algo más, como la posibilidad de la presencia de alguna toxina en el curso de agua, e intentan encontrar respuestas a preguntas que se les escapan. Por ejemplo, ¿por qué los delfines no pudieron escapar hacia otras zonas menos calientes?

La situación se vuelve más dramática si se miran las cifras. En la región quedan 900 delfines rosados –una de las pocas especies de delfines de agua dulce que quedan en el mundo–, y unos 500 tucuxis.

Ambos animales, que forman parte de la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se reproducen muy lentamente. Así que, si el problema persiste, se podría llegar a un punto de no retorno.

Los especialistas han puesto en marcha un plan de rescate con el que se pretende capturar a algunos de los delfines vivos para analizarlos y entender qué está sucediendo.

«Es algo sin precedentes, nunca hubo una muerte de delfines como esta relacionada con la temperatura», aseguró Miriam Marmontel, investigadora del Instituto De Desarrollo Sostenible Mamirauá.

Pero no solo los delfines preocupan a los especialistas, las imágenes de toneladas de peces muertos flotando en el agua generan un gran desasosiego. Además, Marmontel alerta de que si el agua no es apta para los animales, tampoco lo es para las personas.

La sequía –considerada la peor desde 2010– afecta a 60 de los 62 municipios de Amazonas, cuya capital, Manaos, alcanzó el lunes la mayor temperatura jamás registrada, 39,7º C.

Los estragos ambientales son evidentes. Los especialistas hablan de situación «crítica» e «inusual», visible en los grandes ríos como el Negro, el Solimoes o el Madeira, claves, entre otras cosas, para el transporte entre comunidades.

Según el Servicio Geológico de Brasil, el caudal del río Negro llega a bajar hasta 20 centímetros por día, mientras el curso del propio rio Amazonas está seis metros por debajo de lo habitual.

El gobernador de Amazonas, Wilson Lima, decretó la situación de emergencia en el estado, que es el mayor de Brasil y ocupa una superficie un poco mayor a la de Perú, y ya está severamente golpeado por la deforestación, la minería ilegal y otros crímenes ambientales.

En algunas zonas de Manaos, los barcos han encallado, lo que perturba la vida de los pueblos ribereños, algunos de los cuales ya sufren la falta de suministros de agua, comida y medicamentos.

El gobierno federal anunció un plan de emergencia de 20 millones de dólares para aliviar las penurias de los habitantes, que incluye el envío de ayuda de emergencia, como cestas básicas y agua, y la intensificación de las operaciones de combate a incendios, entre otras cosas.

Defensa Civil de Amazonas calcula que unas 500.000 personas se verán afectadas y, según estimaciones oficiales, la capacidad del transporte fluvial podría reducirse hasta en un 40 %.

Las tragedias se suceden. El pasado pasado fin de semana, un deslizamiento de tierra ‘borró del mapa’ una pequeña localidad del municipio de Beruri, a unos 173 kilómetros de Manaos. Dos hermanos, de seis y 16 años, fallecieron. El fenómeno, denominado «tierras caídas», se produce principalmente durante la época seca de los ríos.

Además, la cuarta mayor central hidroeléctrica del país, la central de Santo Antonio, en Rondonia, interrumpió la generación de energía debido a los bajos niveles de caudal en el río Madeira.

Según los expertos, la sequía está relacionada con una combinación de dos factores que inhiben la formación de nubes y lluvias: El Niño (que es el calentamiento del Océano Pacífico) y la distribución del calor en el Océano Atlántico Norte.

Mientras que El Niño aumenta la temperatura de las aguas del Océano Pacífico Ecuatorial y altera los patrones de viento, humedad, temperatura y precipitaciones, particularmente en las regiones tropicales, el calentamiento del Atlántico norte tropical inhibe la formación de nubes, reduciendo el volumen de lluvia en el Amazonía.

La expectativa es que la situación empeore en octubre, mes en que se pronostica la caída abrupta del nivel de los ríos amazónicos, como 2010. Los científicos ya vaticinan que podría ser la mayor sequía de la historia del pulmón del planeta.

EN BOLIVIA Y PERU

Los servicios nacionales de meteorología e hidrología de Bolivia y Perú han anunciado que la intensa sequía que afecta ambos países andinos ha provocado que el nivel de agua del lago Titicaca, el más grande de Suramérica, descienda drásticamente a sus niveles históricos más bajos.

De acuerdo con Andina, la cifra récord fue confirmada el lunes por parte del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) de Bolivia. Según el reporte citado por ese medio, la estación hídrica de Huatajata registró siete centímetros por debajo de su nivel histórico mínimo, con un valor de 2,92 metros.

Jhon Chura, funcionario del Senamhi boliviano citado por ABI, detalló que los bajos niveles de agua en el Titicaca se registran debido al comportamiento de descenso que ha tenido el lago que marca un promedio de pérdida de agua que va entre uno a tres centímetros por semana.

De acuerdo con este experto, la disminución de agua se observa principalmente en el «lago menor» del Titicaca, donde el líquido «se ha alejado considerablemente de la orilla». Este comportamiento, añadió, se ha detectado desde abril de 2023, cuando en esa zona del altiplano boliviano es temporada de lluvias.

«Este año, se esperaba un ascenso de las aguas en enero, pero lamentablemente por el efecto del fenómeno del Niño no se tuvo los aportes correspondientes, lo cual ha originado el descenso del lago hasta alcanzar los mínimos históricos registrados en 1996», dijo Chura.

La misma situación ha sido alertada por los expertos peruanos. El Senamhi de Perú advirtió la semana pasada que el nivel de agua del lago Titicaca, en la región Puno, descendió a valores similares a los registrados en diciembre de 1996. El estudio fue realizado en la estación hidrológica Muelle Enafer.

La situación del Titicaca preocupa tanto a bolivianos como peruanos porque repercute en la vida de las comunidades y la actividad económica agrícola, ganadera, al afectar el insumo de agua para cultivos, el ganado y las reservas de este recurso necesario para la población en las ciudades.

En la región de Puno, Perú, la disminución del nivel del lago afecta las operaciones de los transportistas acuáticos del puerto lacustre Banchero Rossi, quienes se han visto obligados a construir puentes lineales de madera de hasta 50 metros de largo, para poder trabajar en sus embarcaderos debido al retiro de la masa de agua.

La misma situación se presenta en puerto Banchero, construido de concreto, cuyo embarcadero quedó en tierra seca tras el retroceso del agua del Titicaca, que se encuentra alejada hasta dos kilómetros lineales, según mediciones del Senamhi peruano.

Los niveles de agua también podrían repercutir en la actividad económica relacionada con la pesca, debido a que se verían afectados los niveles de salinidad, oxígeno y producirse cambios químicos en el líquido que aún queda en el Titicaca, conocido como el lago navegable más alto del mundo.

En los últimos meses, ambos países han llamado a la población a hacer uso racional del agua y emitido alertas, debido a que las reservas hídricas se han visto afectadas por la sequía que está relacionada con el fenómeno climático ‘El Niño’ y el cambio climático que registra un alza de las temperaturas, lo que provoca el derretimiento de los glaciares en la cordillera de los Andes. (Información RT).