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La Iglesia Católica recuerda hoy al Beato José Gregorio Hernández, médico de los pobres

–Cada 26 de octubre la Iglesia Católica recuerda la memoria litúrgica del Beato José Gregorio Hernández, el «médico de los pobres», que fue beatificado el 30 de abril del 2021 en Caracas (Venezuela).

El médico venezolano fue beatificado tras comprobarse varios milagros, entre ellos, los siguientes:

-Un niño que sufría de una enfermedad desconocida y debilitante fue llevado a la tumba de José Gregorio Hernández. Allí, su madre oró por su curación, y el niño experimentó una recuperación completan signos de la enfermedad.

-Una mujer llamada Carmen Hernández sufría de un tumor cerebral inoperable que la dejó postrada en cama durante meses. Después de orar a José Gregorio Hernández, su tumor desapareció por completo, y ella recuperó su salud y energía.

-Un hombre llamado Pedro Rodríguez sufrió un accidente automovilístico grave, pero escapó ileso. Después del accidente, Pedro encontró una estampita de José Gregorio Hernández en su bolsillo, que lo había protegido durante el choque.

-Un joven fue atacado en una calle de Caracas y recibió un disparo en el pecho. Los médicos dijeron que su lesión era mortal, pero después de orar a José Gregorio Hernández, el joven se recuperó completamente sin necesidad de cirugía.

-Una mujer llamada Ana María Padilla sufría de una enfermedad crónica que los médicos no pudieron curar. Después de orar a José Gregorio Hernández, su enfermedad desapareció y nunca regresó.

Según lo señaló el Vaticano, a través de su dedicación a los menos afortunados y su amor por la humanidad, José Gregorio Hernándz sigue siendo una fuente de esperanza y curación para las personas de todo el mundo.

José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, estado de Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él tenía solo 8 años.

Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París.

Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia para dedicarse solo a Dios.

En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.

Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibió el permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.

Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decidió convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.

Dedicaba dos horas diarias para servir a los pobres.

Perseveró en sus principios cristianos toda su vida, con gran amor a la Santa Misa y a la Eucaristía. Era un hombre bondadoso, lleno de talentos; tocaba piano y violín, y le gustaba bailar. Sabía 7 idiomas y cosía su propia ropa.

Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los enfermos, antes de morir el 29 de junio de 1919. Tenía 54 años

Caracas se conmovió y muchos decían: «Ha muerto un santo». Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.

Se declara beato a un difunto cuyas virtudes han sido previamente certificadas y como tal, puede ser honrado con culto. Es diferente al que se canoniza, hecho que consiste en declarar solemnemente santo y poner en el catálogo de ellos a un siervo de Dios ya beatificado. (Información Aciprensa).