Nacional Salud

Fiebre amarilla deja 57 muertos en Colombia y evidencia fallas en diagnóstico en urgencias

–Colombia continúa en alerta hospitalaria por la epidemia de fiebre amarilla, que ya deja 57 fallecidos —todos sin vacunar— y 132 casos confirmados. Con una letalidad cercana al 40 % en pacientes graves, expertos advierten que el mayor reto está en diferenciarla de otros arbovirus como el dengue, zika o chikungunya, cuyos síntomas iniciales son casi idénticos.

Además de la fiebre amarilla, en el país circulan otros virus transmitidos por mosquitos (arbovirus), como el dengue, zika y chikungunya, que mantienen la presión sobre el sistema de salud. La coexistencia de estas infecciones obliga a los servicios de urgencias a fortalecer la vigilancia clínica y epidemiológica, pues distinguir entre ellas en las primeras horas de atención es fundamental para definir el manejo oportuno de los pacientes. Dichas afecciones tienen síntomas iniciales muy similares, como la presencia de fiebre.

Estos retos fueron el eje de la discusión en el I Congreso de Enfermedades Vectoriales, convocado por el Instituto Nacional de Salud (INS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad Nacional de Colombia (UNAL). Allí, médicos, investigadores y autoridades sanitarias debatieron estrategias clínicas, epidemiológicas y de vigilancia para enfrentar el brote y contener su expansión.

El médico internista e infectólogo Jorge Alberto Cortés Luna, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAL, afirmó que “se requiere que los médicos que trabajan en zonas de riesgo tengan información precisa sobre dónde circula el virus, ya que en más del 50 % del territorio nacional la población está en riesgo de contraer la fiebre amarilla y otras enfermedades vectoriales, lo que obliga a una vigilancia clínica y epidemiológica constante”, manifestó.

Según el experto, “la dificultad radica en que muchas veces el personal de salud no cuenta con datos actualizados sobre los focos de transmisión, lo que limita la capacidad de sospechar y diagnosticar tempranamente la enfermedad”.

Con respecto a las cifras, Diana Marcela Pava Garzón, directora del INS, señaló que “entre 2024 y 2025 se han confirmado en el país 132 casos de fiebre amarilla y 57 muertes. Aún seguimos en emergencia sanitaria declarada por el Gobierno nacional. Es muy doloroso que todos los fallecidos estuvieran sin vacunar, una situación que se habría podido prevenir con la inmunización”.

La funcionaria también informó que además de los casos registrados en Colombia se han identificado pacientes procedentes de Venezuela, en la frontera con Arauca, desde el estado de Apure. Hasta el momento se han confirmado 3 casos, uno de ellos con desenlace fatal. Otro de los pacientes fue remitido a Santander, lo que llevó a reforzar las jornadas de vacunación en el departamento.

En el territorio nacional la situación más crítica persiste en Tolima, especialmente en municipios del oriente como Cunday, Villarrica, Ataco y Chaparral, en donde hay circulación activa del virus. A estas áreas se suman las zonas endémicas de la Amazonia, Guainía y Vaupés, “lo que mantiene la recomendación de no bajar la guardia frente a la vacunación”.

“En relación con el dengue seguimos teniendo casos. En el control de vectores hay que hacer mucho fortalecimiento en departamentos como Atlántico y Bolívar, pero seguimos con casos y aún con fallecimientos por dengue complicado”, subraya la directora del INS.

En América Latina, Gina Tambini Gómez, representante de la OPS/OMS en Colombia, recordó que “la fiebre amarilla no es un problema aislado del país: Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador también reportan brotes activos. Aquí la tasa de letalidad ronda el 40 % de los casos confirmados, lo que hace indispensable fortalecer la vacunación y la vigilancia entomológica”.

Diagnóstico incierto y complicaciones graves
Sobre la complejidad del diagnóstico clínico, el profesor Cortés explicó que uno de los principales retos es diferenciar en las primeras 24 a 72 horas entre fiebre amarilla, dengue, malaria, leptospirosis, rickettsiosis o incluso hepatitis.

“Algunos síntomas pueden orientar más hacia una enfermedad que hacia otra, pero definitivamente no es posible garantizar que un médico haga un diagnóstico específico solo con la historia clínica y el examen físico del paciente”, señaló.

Ya que los síntomas iniciales son muy similares –lo que impide un diagnóstico certero–, se recomienda hacer una orientación clínica adecuada, con una historia detallada y un examen físico riguroso para descartar las condiciones graves.

Frente a la falta de pruebas diagnósticas –una de las principales barreras en la atención–, el profesor señaló que “algunos de estos exámenes son sencillos, pero muchos ni siquiera están disponibles en los primeros niveles de atención. En algunos hospitales solo se alcanza a hacer una gota gruesa, una prueba importante, pero hoy existe tecnología para diagnósticos más rápidos, incluso en zonas rurales. El reto es cómo implementarla en la vereda, al lado del río, donde aparecen los casos”.

Por su parte, el médico infectólogo y epidemiólogo clínico Carlos Arturo Álvarez Moreno, profesor de la Faculta de Medicina de la UNAL , coincidió en que la confusión diagnóstica es un problema mayor, dado que no todas las fiebres hemorrágicas son virales. “Existen causas bacterianas como la rickettsiosis o sepsis por gramnegativos, e incluso cuadros no infecciosos como intoxicaciones que se pueden confundir con fiebre amarilla”, precisó.

Resaltó además que “la fiebre amarilla sigue siendo de alta letalidad, con complicaciones severas como la activación endotelial, que es cuando el virus altera las células que recubren los vasos sanguíneos provocando inflamación y fuga de sangre, lo que puede derivar en hemorragias y falla multiorgánica”.

“Además del daño endotelial, la presencia del virus y su reconocimiento por parte del sistema de defensa desencadenan en el paciente lo que se conoce como ‘tormenta de citocinas’, que produce una respuesta inflamatoria exagerada y daño, no solo en los vasos sanguíneos sino también en el tejido hepático, pulmonar, cardíaco, renal y fenómenos de trombosis, es decir, problemas de la coagulación”.

Aunque se sabe que los adultos mayores no vacunados tienen más riesgo de morir, aún no se entiende por qué en algunos pacientes se complica el cuadro clínico y en otros no.

El I Congreso de Enfermedades Vectoriales también fue escenario para presentar el “Protocolo de manejo clínico de la fiebre amarilla”, elaborado con base en la experiencia de hospitales como el Federico Lleras Acosta de Ibagué. Este documento busca unificar criterios frente a la clasificación de pacientes en urgencias, el monitoreo en sala general y la remisión oportuna a unidades de cuidados intensivos. (Información y foto Agencia de Noticias UNAL).