Una silla vacía representó el viernes al ganador del premio Nobel de la Paz, el detenido disidente chino Liu Xiaobo, durante una ceremonia de entrega de los galardones en la que los asistentes le dieron una ovación de pie, mientras varios mandatarios exigieron su puesta en libertad.
La ceremonia fue la primera en 74 años en la que el prestigioso premio dotado con 1,4 millones de dólares no fue entregado personalmente, ya que Liu cumple una pena de 11 años de reclusión en China por pedir cambios radicales en el sistema político comunista que rige el país.
China se enfureció cuando el premio fue otorgado a Liu, de 54 años, e interpretó el premio como un ataque a su sistema político y jurídico.
Beijing advirtió que el país no cambiará su política ante la presión exterior en una «flagrante interferencia en la soberanía de China». Las autoridades han colocado a los partidarios de Liu, incluyendo su esposa Liu Xia, bajo arresto domiciliario para evitar que recibieran el premio en su nombre.
En China, las televisoras CNN y BBC perdieron la señal a las 8 de la noche, hora local, justo cuando tenía lugar la ceremonia de Oslo. Hubo intensas medidas de seguridad frente al apartamento de Liu en Beijing y varias decenas de periodistas fueron empujados por policías uniformados hasta una zona acordonada.
En su discurso, el presidente del Comité Noruego del Nobel Thorbjorn Jagland pidió la liberación de Liu.
«El no ha hecho nada malo. Debe ser liberado», dijo Jagland. Subrayó que ni Liu ni sus familiares más cercanos pudieron asistir a la ceremonia. «Este solo hecho expone que el premio era necesario y apropiado», dijo Jagland.
Jagland colocó entonces el diploma de Liu en el sillón vacío que ilustró la ausencia del disidente. Hubo una inusual ovación de pie en la ceremonia.
La actriz noruega Liv Ullman leyó la declaración final de Liu, «No tengo enemigos», que él pronunció ante un tribunal chino en 2002 antes de ser encarcelado.
La cancillería china dijo que la ceremonia fue una «farsa política» que refleja la mentalidad de la Guerra Fría y una intromisión en la soberanía judicial de China.
«No representa el deseo de la mayoría de las personas del mundo, especialmente de los países en vías de desarrollo», dijo la vocera de la cancillería Jiang Yu, en Beijing.
En Washington, el presidente Barack Obama lamentó que Liu y su esposa no pudieran asistir a la ceremonia, como lo hizo la primera dama Michelle Obama cuando él recibió el premio Nobel de la paz el año pasado.
«Liu Xiaobo merece este galardón mucho más que yo», dijo.
Igualmente el viernes, un grupo de laureados con el Nobel, entre ellos el ex presidente sudafricano F.W. de Klerk, Elie Wiesel y John Hume, ofrecieron mediar ante el gobierno chino para adelantar la liberación de Liu.
La última vez que el premio Nobel de la paz no fue entregado personalmente fue en 1936, cuando el canciller alemán Adolfo Hitler impidió que lo recibiera el pacifista germano Carl von Ossietzky.
China presionó a diplomáticos extranjeros para que no asistieran a la ceremonia del Nobel. China y otros 17 países se negaron a asistir, incluyendo Rusia, Pakistán, Irán, Venezuela y Cuba. Por lo menos 46 de los 65 países con embajadas en Oslo hicieron sí aceptaron asistir.
Serbia, que en un principio anunció su ausencia, envió a su defensor del pueblo.
Unos 1.000 invitados, entre ellos embajadores, realeza y dignatarios, asistieron a la ceremonia de dos horas en el ayuntamiento de Oslo.
Unos 100 disidentes chinos en el exilio junto con algunos activistas de Hong Kong estuvieron presentes.
El disidente chino Wan Yanhai, el único en una lista de 140 invitados por la esposa de Liu a la ceremonia, dijo que la alegría de la distinción quedará empañada por la tristeza de su ausencia.
«Creo que mucha gente llorará porque todo lo que ha hecho no ha causado daño alguno al país y a la gente en el mundo. Ha cumplido su responsabilidad», dijo Wan a The Associated Press. «Pero ha sufrido mucho por sus discursos, diarios y defensa de los derechos» humanos.
Wan llegó a Oslo porque en mayo se trasladó a Estados Unidos después que las autoridades chinas aumentaran el amedrentamiento a su grupo que combate el sida.
Por la noche se celebró una marcha con antorchas por las calles nevadas de Oslo. La manifestación concluyó frente al Grand Hotel, en cuya fachada se proyectó una fotografía enorme de Liu.
Antes de la ceremonia, 2.000 escolares se congregaron frente al ayuntamiento en honor de Liu. Algunos entregaron cartas al presidente del Comité Noruego del Nobel Thorbjoern Jagland, para quien la concesión del galardón a Liu no fue «un premio contra China» y aconsejó a Beijing que como potencia mundial «debería acostumbrarse a ser debatida y criticada».
En la capital sueca de Estocolmo, otros laureados con el Nobel fueron agasajados el viernes en una ceremonia separada. Los ganadores de los premios de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa; Física, Química y Economía recibieron sus galardones de manos del rey Carlos Gustavo XVI.
AP